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Parte I
Hayley
En las
semanas siguientes después de que vi a Zack estuvieron atosigándome con
exámenes, teoría, cálculos, y otras mierdas de la universidad. Salí con las
chicas algunas veces, pero Syd y yo nos juntábamos mayormente a estudiar.
Maddie se quejaba de nosotras por ser tan aburridas y asquerosamente aplicadas,
pero ella también tenía su parte justa de libros que leer.
También me
dediqué a ignorar a mi hermana tanto como sea posible. Era gracioso como de
organizada y pulcra era para las cosas matemáticas, pero ponme un problema de
mi vida personal y mi cabeza era un auténtico caos. Apenas podía hablar un
minuto con ella antes de que sacara el tema de Dustin, y mi irritación y celos se multiplicaban a niveles
extremos. Sí, maldita sea, estaba irrevocablemente celosa, lo había asumido. Y
eso no significa que estoy enamorada de mi ex novio, claro que no. Sino que
extrañaba estar en una relación, eso era.
Maddie
apenas sabía del tema. Me sentía un poco culpable, pero conociéndola, vería a
través de mí y sabría cosas que ni siquiera yo deseaba saber. Además, contarle
implicaría explicarle que estaba viendo a Zack otra vez, y sabría que ella no estaría
muy feliz. Nunca lo admitió en voz alta, pero creo que pensó que Zack era
alguien diferente, que al final la terminó tirando como trapo sucio a la calle,
como todos los hombres de su vida. Recuerdo como sus ojos se apagaban y su
vista se aguaba cuando le contaba alguna cosa graciosa que hacían Dustin y él,
y no quiero hacerle eso más. Por eso, en este tema mi única confidente era Syd.
Tal vez no la conocía como a Maddie, pero me alegraba saber que ella pensaba lo
mismo que yo respecto al origen e mis celos.
No había
sabido nada de Dustin desde esa noche, pero Zack siempre me mandaba algún
mensaje preguntándome si estaba libre para salir o algo. Parecía que mi amistad
con él volvía a ser normal otra vez.
Viernes 11:14 am Número
desconocido: Hayley, ¿podemos hablar?
Joder, ¿otra
vez con esto?
Viernes 11:15 am Hayley: No sé quién seas pero bien, habla.
Viernes 11:17 am Número
desconocido: Soy Dustin.
Mi corazón
dio un vuelco.
Joder, no. Fuera de mi vida.
Viernes 11:19 am Hayley: ¿Qué demonios quieres? Estoy ocupada.
Viernes 11:19 am Dustin Marshall: Ya te dije, solo quiero hablar.
¿Qué te tiene tan ocupada?
Sonreí
perversamente cuando leí su pregunta. Se me permitía ser un poco malvada, ¿o
no?
Viernes 11:20 am Hayley: Y yo ya te dije que hables de una vez,
imbécil. Con respecto a tu pregunta, estoy estudiando con un compañero de
laboratorio.
Una.total.mentira.
Pero en
estos momentos me gustaría ver su expresión. Las únicas sesiones de estudio que
había tenido con un chico, habían sido con él. Ni siquiera estudiábamos lo
mismo, pero siempre se sentaba junto a mí y me dejaba divagar y explicarle lo
que estaba estudiando cuando tenía algún examen del que no me sentía segura.
Dustin siempre fue más bien un compañero de estudio silencioso, pero a veces le
gustaba contarme algunos datos graciosos de alguien importante.
Sin embargo,
todo eso duraba una hora como máximo. El tiempo restante lo utilizábamos para…
uhmm… otras cosas.
Por eso,
cuando el próximo mensaje llegó más rápido que los otros, sonreí como el gato
Cheshire.
Viernes 11:20 am Dustin Marshall: Dime que es una broma.
Dejé el teléfono
a un lado y me levanto de la cama, tirando los apuntes, lápices y mi
calculadora al suelo. Bueno mierda, ni siquiera me acordaba que me había
dormido con esto encima.
Corrí al
baño privado que teníamos, y abrí la ducha. Hacía varios días que había pasado
de ducharme para concentrarme en el estudio, y sentía como si tuviera un
basurero en mi propio cuerpo.
Luego de
media hora de una ducha relajante, salí cepillándome el cabello distraídamente,
pero me detuve en seco cuando divisé mi cama. O más bien, a la persona que estaba
en mi cama.
— ¿Así que
estabas estudiando? —Alzó una ceja.
— ¡¿Quién
demonios te dejó entrar?! —La toalla que cubría mi cuerpo de repente se sentía
como llevar lencería erótica. Aseguré ambos brazos alrededor de mi cuerpo. —
Fuera, Dustin.
—Tu querida
amiga Maddie, ¿quién más sino? —Su expresión era aburrida, pero su cuerpo tenso
y puños cerrados contaban otra historia. — Dijiste que podíamos hablar, así que
aquí estoy. ¿Estás demasiado ocupada?
— Resulta
que sí, ¡lo estoy! —Le grité con furia. —Estás en la habitación de la hermana
de tu novia, ¡quien se encuentra medio desnuda!
—
Corrección: estoy en una habitación con mi ex novia medio desnuda. —Dice
petulante.
—Es lo
mismo, idiota. Tienes que salir.
—No.
— ¡¿Y por qué
demonios no?! —Grité.
— Necesito
decirte algunas cosas. —Se levantó de la cama y me miró con sus penetrantes
ojos verdes. —Cosas importantes.
—Genial, me
encantaría. Pero espera afuera hasta que me cambie.
Dustin sonrió
lentamente.
— No es como
si nunca te hubiera visto desnuda. —Alzó una ceja.
— Perdiste
ese derecho, Dustin. —Repliqué, y repentinamente el ambiente se volvió tenso.
— No es como
si fuera enteramente mi culpa. —Apretó sus puños y su ceño se frunció.
— ¿Estás
jodiéndome? —Escupí, enojada. — ¿Vas a echarme la culpa por poner tu pene en la
vagina de alguien que no era yo?
— No puse…—Suspiró.
—Joder, me había olvidado lo difícil y terca que eras. Hablamos cuando te
cambies. —Me dio una mirada completa y caminando a la puerta, agregó. —No es
que me estuviese quejando.