martes, 10 de febrero de 2015

Guerra de corazones rotos

Parte I

Hayley
En las semanas siguientes después de que vi a Zack estuvieron atosigándome con exámenes, teoría, cálculos, y otras mierdas de la universidad. Salí con las chicas algunas veces, pero Syd y yo nos juntábamos mayormente a estudiar. Maddie se quejaba de nosotras por ser tan aburridas y asquerosamente aplicadas, pero ella también tenía su parte justa de libros que leer.
También me dediqué a ignorar a mi hermana tanto como sea posible. Era gracioso como de organizada y pulcra era para las cosas matemáticas, pero ponme un problema de mi vida personal y mi cabeza era un auténtico caos. Apenas podía hablar un minuto con ella antes de que sacara el tema de Dustin, y mi irritación y celos se multiplicaban a niveles extremos. Sí, maldita sea, estaba irrevocablemente celosa, lo había asumido. Y eso no significa que estoy enamorada de mi ex novio, claro que no. Sino que extrañaba estar en una relación, eso era.
Maddie apenas sabía del tema. Me sentía un poco culpable, pero conociéndola, vería a través de mí y sabría cosas que ni siquiera yo deseaba saber. Además, contarle implicaría explicarle que estaba viendo a Zack otra vez, y sabría que ella no estaría muy feliz. Nunca lo admitió en voz alta, pero creo que pensó que Zack era alguien diferente, que al final la terminó tirando como trapo sucio a la calle, como todos los hombres de su vida. Recuerdo como sus ojos se apagaban y su vista se aguaba cuando le contaba alguna cosa graciosa que hacían Dustin y él, y no quiero hacerle eso más. Por eso, en este tema mi única confidente era Syd. Tal vez no la conocía como a Maddie, pero me alegraba saber que ella pensaba lo mismo que yo respecto al origen e mis celos.
No había sabido nada de Dustin desde esa noche, pero Zack siempre me mandaba algún mensaje preguntándome si estaba libre para salir o algo. Parecía que mi amistad con él volvía a ser normal otra vez.
Viernes 11:14 am Número desconocido: Hayley, ¿podemos hablar?
Joder, ¿otra vez con esto?
Viernes 11:15 am Hayley: No sé quién seas pero bien, habla.
Viernes 11:17 am Número desconocido: Soy Dustin.
Mi corazón dio un vuelco.
Joder, no. Fuera de mi vida.
Viernes 11:19 am Hayley: ¿Qué demonios quieres? Estoy ocupada.
Viernes 11:19 am Dustin Marshall: Ya te dije, solo quiero hablar. ¿Qué te tiene tan ocupada?
Sonreí perversamente cuando leí su pregunta. Se me permitía ser un poco malvada, ¿o no?
Viernes 11:20 am Hayley: Y yo ya te dije que hables de una vez, imbécil. Con respecto a tu pregunta, estoy estudiando con un compañero de laboratorio.
Una.total.mentira.
Pero en estos momentos me gustaría ver su expresión. Las únicas sesiones de estudio que había tenido con un chico, habían sido con él. Ni siquiera estudiábamos lo mismo, pero siempre se sentaba junto a mí y me dejaba divagar y explicarle lo que estaba estudiando cuando tenía algún examen del que no me sentía segura. Dustin siempre fue más bien un compañero de estudio silencioso, pero a veces le gustaba contarme algunos datos graciosos de alguien importante.
Sin embargo, todo eso duraba una hora como máximo. El tiempo restante lo utilizábamos para… uhmm… otras cosas.
Por eso, cuando el próximo mensaje llegó más rápido que los otros, sonreí como el gato Cheshire.
Viernes 11:20 am Dustin Marshall: Dime que es una broma.
Dejé el teléfono a un lado y me levanto de la cama, tirando los apuntes, lápices y mi calculadora al suelo. Bueno mierda, ni siquiera me acordaba que me había dormido con esto encima.
Corrí al baño privado que teníamos, y abrí la ducha. Hacía varios días que había pasado de ducharme para concentrarme en el estudio, y sentía como si tuviera un basurero en mi propio cuerpo.
Luego de media hora de una ducha relajante, salí cepillándome el cabello distraídamente, pero me detuve en seco cuando divisé mi cama. O más bien, a la persona que estaba en mi cama.
— ¿Así que estabas estudiando? —Alzó una ceja.
— ¡¿Quién demonios te dejó entrar?! —La toalla que cubría mi cuerpo de repente se sentía como llevar lencería erótica. Aseguré ambos brazos alrededor de mi cuerpo. — Fuera, Dustin.
—Tu querida amiga Maddie, ¿quién más sino? —Su expresión era aburrida, pero su cuerpo tenso y puños cerrados contaban otra historia. — Dijiste que podíamos hablar, así que aquí estoy. ¿Estás demasiado ocupada?
— Resulta que sí, ¡lo estoy! —Le grité con furia. —Estás en la habitación de la hermana de tu novia, ¡quien se encuentra medio desnuda!
— Corrección: estoy en una habitación con mi ex novia medio desnuda. —Dice petulante.
—Es lo mismo, idiota. Tienes que salir.
—No.
— ¡¿Y por qué demonios no?! —Grité.
— Necesito decirte algunas cosas. —Se levantó de la cama y me miró con sus penetrantes ojos verdes. —Cosas importantes.
—Genial, me encantaría. Pero espera afuera hasta que me cambie.
Dustin sonrió lentamente.
— No es como si nunca te hubiera visto desnuda. —Alzó una ceja.
— Perdiste ese derecho, Dustin. —Repliqué, y repentinamente el ambiente se volvió tenso.
— No es como si fuera enteramente mi culpa. —Apretó sus puños y su ceño se frunció.
— ¿Estás jodiéndome? —Escupí, enojada. — ¿Vas a echarme la culpa por poner tu pene en la vagina de alguien que no era yo?
— No puse…—Suspiró. —Joder, me había olvidado lo difícil y terca que eras. Hablamos cuando te cambies. —Me dio una mirada completa y caminando a la puerta, agregó. —No es que me estuviese quejando.

viernes, 2 de enero de 2015

Stay Strong

Capítulo 1
¿Embarazada?
— Más vale que sea bueno. —Advertí antes de abrir la puerta bruscamente.
Andy me miraba en el umbral de la puerta del departamento con una ceja alzada y brazos cruzados sobre su pecho.
— Más vale que sea bueno. —Imitó con voz de burla.
Dejé abierta la puerta y caminé a la cocina, esperando que me siga.
— Estaba durmiendo la siesta, Andy. Sabes lo que me está costando dormir estos días.
— Ah, ya entiendo. La señorita ahora-soy-una-chica-universitaria está demasiado atareada con la escuela y su trabajo de camarera, ¿verdad?
Asentí a regañadientes y su sonrisa se ensanchó.
— Te lo dije.
— Lo sé.
— No puedes hacer ambas cosas a la vez…
— Andy, no soy la primera chica que trabaja y va a la universidad, no es algo imposible. —Comencé a hacerme un té de manzana que había descubierto cuando llegamos a Tacoma.
— Pero nunca trabajaste en tu vida, Blaze. Puedo entender que sea un gran cambio. —Hurgó en los estantes de la cocina buscando comida, pero como pasaba el último tiempo, no había demasiado de donde elegir.
— No tengo dinero, Andrew, ¿qué demonios esperas que haga?
— Megan, ya sabes la respuesta a esa pregunta.
Suspiré pesadamente y lo ignoré deliberadamente.
Llama a tus padres, Meg. Ve a Seattle de visita. Diles que estás bien, pero no tienes dinero. Tu papá no dudará en dártelo.
Esa era siempre su maldita respuesta. Pero no podía. No ahora, al menos. Si antes pensaba que la muerte de Josh era algo duro para hablar, con el descubrimiento de un nuevo miembro Waters no tenía idea de cómo le diría que tenían un nieto que su hijo perfecto nunca quiso reconocer.
 Habían pasado un poco más de dos meses desde que dejamos Santa Bárbara y nos mudamos a Tacoma para empezar la universidad. Al principio me había sentido tan perdida, no solo por todos los acontecimientos que habían llegado juntos y llevándose mi tranquilidad lejos, sino porque no tenía a mi hermano que solucionara mis cosas. Ni a Josh ni a Damon.
Tenía a Caden y Andy, sin embargo, que me visitaban constantemente, recordándome que tenía gente que me amaba y creía en mí.
Al final, el hecho de que el compañero de departamento de Caden, Travis, se haya mudado, hizo posible que Andy se mudara con su primo, mientras que Livvie, Kai y yo encontramos un pequeño departamento dentro de una galería gótica medio extraña cerca de la universidad. Había una especie de regla estúpida que indicaba que el primer año debíamos vivir en las habitaciones que la institución proporcionaba, pero nada que un niño de 5 años con cara de ángel no pudo solucionar.
Livvie tomaba unas pocas clases menos que yo, pero nos habíamos dividido el tiempo para que pudiéramos pasar tiempo con Kai cuándo él no estaba en la escuela. Había estado tan emocionado cuando lo llevamos juntas a su primer día de escuela que casi podría decir que el día fue perfecto, pero entonces preguntó dónde estaba su tío Liam. Ni siquiera había terminado de entrar antes de que Livvie y yo estuviéramos llorando en el medio de la acera.
Nos habíamos vuelto tan patéticas que daba pena.
Ni siquiera había pasado un mes cuando Quinn y Lisa se trasladaron a las habitaciones de la universidad. Lisa parecía más hosca que de costumbre, y supuse que era por mi hermano, pero la verdad es que no quería preguntar. Quinn se sentía mal por su amiga, era obvio, pero todos podíamos ver también que estaba radiante de estar cerca de Caden. Eran tan malditamente tiernos. Estaba seguro de que nosotros jamás fuimos así.
Me sentía un poco incómoda alrededor de ellas, pero espero que no dure mucho tiempo porque ambas parecían buenas chicas.
Livvie y yo habíamos dejado las mierdas en el pasado —hasta podríamos decir que incluíamos a Damon y Liam, el par de mierdas número uno, dentro de la categoría— y ambas trabajábamos en un bar a dos manzanas del departamento llamado Sweet Angel. Lo sé, lo sé, sonaba como algún nombre cliché de un club nudista, pero en realidad era decente…un poco. Archer, el tipo que nos contrató, era amigo de Caden y había oído de Livvie un resumen bastante detallado de nuestra vida personal, y como últimamente hasta nuestras caras daban pena, el pobre hombre hizo posible trabajar, estudiar, y cuidar a un niño de cinco años que va a la escuela.
Por las mañanas, Livvie hacía de camarera y servía el desayuno en el bar, mientras yo alistaba a Kai para la escuela a la que Andy y yo llevábamos, y luego íbamos a clases. Cuando terminaba buscaba a Kai y almorzábamos en Sweet Angel con Livvie hasta que iba a sus clases de la tarde, y Caden pasaba a buscar a Kai para llevarlo a su departamento y entretenerlo hasta que yo salga del trabajo, mientras que Livvie estaba en la universidad. Mientras yo salía a las 6 de mi turno y pasaba a buscar a Kai, Livvie salía a la misma hora de las clases y hacía la cena, para luego entrar a las 8 y salir a medianoche. Y si creyeron que esos horarios eran complicados, los del fin de semana eran aún más confusos: Como Archer necesitaba solo una camarera más los sábados, por lo general hacíamos uno cada una, desde las 6 hasta la medianoche. El domingo teníamos libre ambas, lo que era un maldito alivio, y pasábamos todo el tiempo que podíamos con Kai.
Livvie estaba inmensamente triste, lo sabía. A veces le costaba levantarse de la cama, posiblemente sabiendo que nunca vería a mi hermano de nuevo, incluso aunque él quisiera. Había perdido la esperanza de que la busque, y no quería decirle a Kai que había tenido un padre, pero que ahora no lo conocería porque estaba muerto. Era duro para ella ver a Andy, porque sabía que le gustaba, pero de alguna manera sentía que traicionaba a mi hermano, lo cual era estúpido. Mi hermano era un jodido imbécil por dejar pasar a las dos hermosas personas que vivían conmigo. Sobre todo a Kai, el niño más especial que había conocido.
Ahora él me decía “Tía Megan”, y no, no es porque Livvie le haya dicho la verdad, pero Kai pensaba que yo estaba con su tío Liam, entonces yo tenía que ser su tía.
— ¡Yo los vi! —Gritaba cada vez que le decía que no estaba con su tío. — Estaban besándose en la playa. Eso significa que ahora van a casarse, ¿o no? —Los chicos y Livvie solo se reían de mi vergüenza. Ahora solo parecía una broma que me hacían de vez en cuando.
Y cuando lo decía con esa vocecita, no tenía el corazón para decirle que no. Era tan parecido a mi hermano mayor que a veces era inevitable que unas pocas lágrimas se me escapen…
Bueno, estaba gran parte del día llorando. Y la mayoría de la noche, que era una de las razones por las que no podía dormir, pero no iba a decirle eso a Andy… quien ahora se estaba comiendo las Oreos que Kai y yo guardábamos detrás de paquetes de sopas instantáneas y otras cosas.
— ¡Dame eso! —Le arrebaté de las manos el paquete. — ¿Sabes lo difícil que fue esconderlas de Livvie? Kai va a estar tan triste. —Sin pensarlo, me eché a llorar.
Andy me miró conmocionado.
—Lo siento…no sabía que…
— ¡Comerle las galletas a un pobre niño! Vaya pedazo de mierda que eres. —Sollocé y froté la manga de mi abrigo en mi nariz.
— Jesús, Blaze. —Andrew me tomó en brazos mientras devoraba el paquete de Oreos y lloraba al mismo tiempo. — ¿Estás bastante susceptible, verdad?
— Un poco. —No sé qué me pasa, solo sabía que lloraba todo el maldito tiempo. Parecía embarazada o algo así…
Pero eso no era posible porque había estado en abstinencia bastante tiempo. Mi vida amorosa tampoco estaba mejorando tanto.
La última vez que me acosté con alguien…
— ¿Megan? ¿Qué estás pensando? —Andy preguntó, pero yo estaba bastante ida.
Ese chico de la escuela que me encontré en la fiesta hace un mes…no, no habíamos llegado a tanto. Mmm… definitivamente no me había acostado con Liam esa noche, lo que me dejaba en…
— Mierda. —Solté el paquete de galletas instantáneamente y miré a Andy con los ojos como platos.
— ¿Qué? —Preguntó temeroso. Generalmente mis ojos como platos no presagiaban nada bueno.
— Estoy embarazada. —Solté, aunque no estaba del todo segura.
— ¡¿QUÉ?! —Andy me soltó de golpe. — ¿Cómo que estás embarazada? ¿De cuánto? Y lo más importante, ¿de quién? —Parecía bastante alterado.
— ¿De cuánto qué? —Livvie, Kai y Caden aparecieron en la puerta. Habían ido a comprar comida, gracias a Dios, pero ahora sentía que podría vomitar cualquier cosa que me pusieran enfrente.
— Caden…—Comencé
— ¡MEGAN SE EMBARAZÓ! —Andy, por supuesto, creía en las cosas claras y directas, y no tuvo ningún tipo de culpa cuando los ojos de Caden y Livvie se abrieron como platos.
— ¡Un bebé! —Gritó Kai, pero todos los demás estaban ocupados mirándome en silencio. — ¿Es del tío Liam, verdad? ¡Hay que llamarlo y decirle!
Santa mierda, no iba a dejar que nadie haga eso. Además, era irregular, había pasado más tiempo sin que mi período no venga, en realidad. Solo lo solté porque…bueno, tenía síntomas de embarazada.
— Chicos, yo no estoy…
— ¿Es eso? ¿Mi hermano te embarazó y no ibas a decirnos nada? —Livvie parecía que echaba humo por las orejas. No sabía con quién estaba enojada, pero no me daban tiempo para abrir la boca.
— ¡No! Liam no me embarazó, de hecho…
— ¡Fue ese hijo de puta de Rush, ¿ah?! —Andy golpeó la encimera. — ¡Por eso quisiste irte tan rápido! Él no se hará cargo del bebé, hijo de puta pedazo de mierda, le romperé la cara…
— ¡Basta, por favor! —Les grité. —Nadie me…
— ¡Vamos a buscarlo! —Dijo Caden de repente. —Vamos a cortarle las pelotas y hacérselas tragar.
— Caden, no seas estúpido, no es necesario que vayan porque…
En ese momento Kai vino corriendo. Raro, no me di cuenta que se había ido en primer lugar.
— ¡¿Qué no es necesario, Megan?! —Gritó Andy, pero yo miraba a Kai que venía a su espalda con un teléfono en la mano. Querido Dios, que no sea lo que estoy pensando. — ¡Ese maldito te deja embarazada y tú estás más que tranquila! Maldito Rush y su polla. —Maldijo y Kai jadeó.
Todos lo miramos con horror, pero Livvie fue la que habló.
— Por favor, cariño, dime que no le marcaste al tío Liam.
Pero Kai estaba con la boca abierta, así que solo le tendió el teléfono.

— ¿Hola? —Dijo Livvie temerosa. Al cabo de unos segundos cerró sus ojos. —Hola, hermanito.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Guerra de corazones rotos.

Hayley
— Entonces… ¿estás lista? —Preguntó Zack.
— Estoy muy asustada. —Contesté.
— Debes hacerlo.
— Lo sé.
— Entonces ¡HAZLO!
Tomé una profunda respiración, y metí el nacho en mi boca con la salsa extra picante que Zack había ido a comprar el supermercado.
Al principio no pasó nada, y pude sentir ese sabor extraño de tomate con unos cuantos condimentos más, hasta que la maldita cosa comenzó a incendiarse en mi boca.
— ¡OER! —Quise decir joder, pero con la boca abierta y ardiendo, la cosa era difícil.
En vez de ayudarme, Zack se quedó ahí riéndose. Lo golpeé en el hombro con fuerza y señalé a la bebida que tenía de su lado.
— Bien, bien. — Me pasó una lata de refresco. Al abrirla y llevar el líquido a mi boca me podría haber hecho monja. Dios existe y está envasado en esta pequeña lata. Mientras me recuperaba, Zack fue a su armario y del estante de arriba donde se veían unas cajas, sacó una blanca con colores llamativos. —Ya sé lo que vamos a hacer. —Me sonrió.
Lo miré fijamente con incredulidad.
— ¿El twister, Zack? ¿Para eso me hiciste cruzar la maldita ciudad?
— Para esto. —Sacudió la caja. —Y para hacerte sentir mejor, ya sabes, buen amigo y todo eso. Ahora deja de quejarte y juguemos.
— Eres un pervertido. Posiblemente usabas eso para enredarte con las chicas.
— Claro que sí. —No se mostró ni un poco avergonzado.
— ¿Y quieres usar esa cosa conmigo? —Crucé mis brazos.
— La diferencia entre todas esas chicas y tú…
— ¿Es qué soy tu amiga y me valoras mucho más?
— Es que eres fea, y no voy a acostarme contigo. —Se echó a reír y huyo cuando le tiré la lata vacía en la cabeza.
— De seguro tú tienes un culo peludo y gordo. Así que no, gracias.
— ¿Me estás diciendo que clase de culos te gustan? Yo te diré que culo te gusta: El de mi compañero idiota. —Estiró la alfombra con los círculos en el piso de la habitación. —Y no me pongas esa cara. Ambos sabemos que tengo razón. Así que si no quieres seguir hablando del tema, será mejor que vengas.
Suspiré y me paré de la cama. Cuando miré el juego preparado en el suelo se me ocurrió algo.
— No podemos jugar. No tenemos quien tiré la maldita cosa. —Señalé al círculo que se encontraba dentro de la caja, que te decía qué parte del cuerpo debías poner y cuál color.
— No te preocupes, el que esté más cerca lo girará. —Claramente Zack no me iba a dejar pasar ésta, así que me rendí y me quité los zapatos.
— Que culo insoportable que eres. —Mascullé, y él alzó una ceja.
— ¿Que no te habías dado cuenta?
Sacudí mi cabeza y me reí entre dientes. —Solo gira la maldita cosa para que pueda patearte el cul…—Le di una mirada fulminante. —…trasero, quise decir trasero.
—No dije nada. —Levantó sus manos con inocencia.
— Cierra el…um…lo que tienes ahí atrás.
No dejó de reírse de mí hasta que levanté mi puño como amenaza.
Dustin
Las llaves se me cayeron cuando intenté abrir la puerta y me quejé. ¿Por qué había tomado esas dos cervezas?
Tal vez porque pensaste que ibas a quedarte en lo de tu novia, imbécil.
Oh, cierto.
Cuando consigo abrir la puerta, veo todas las luces prendidas, pero la puerta de la habitación de Zack está cerrada. Debe haberse quedado dormido.
Voy a la cocina y abro el refrigerador para tomarme un vaso de agua. De paso tomó un pedazo de pizza fría de la noche anterior… o la semana anterior.
La miro un rato, debatiendo internamente si comérmela o no. Al final, cuando mi estómago suena, tomo eso como una señal y comienzo a mordisquear la corteza mientras apago las luces para irme a dormir. Sí, lo sé, tengo esa estúpida manía que Hayley me pegó de comer la pizza al revés.
Mientras subía las escaleras, mi mente se encontraba en las hermanas West, y el lío que estaban haciéndole a mi pobre cabeza.
Yendo para mi habitación que está al fondo, pasó por la puerta de Zack, y me congeló cuando escucho las voces de adentro.
— ¡Hayley, joder!
— Zack, saca tu mano de ahí. —Hayley grita.
— Lo siento, lo siento.
Se escuchan movimientos apagados, y luego parece quedarse en silencio por unos minutos.
— Ponte encima de mí, será más sencillo. — Cuando las palabras salen de la boca de mi ex, dejó de masticar y fulmino la puerta con la mirada.
 ¡¿Qué demonios están haciendo ahí?!
— ¡No aguantaré más de unos segundos, Zackie!
— ¡Yo tampoco!
— No, no, no…—Se queja Hayley.
— Joder. —Zack parece sin aliento.
Sin pensarlo, abro la puerta con furia mientras se escucha un estruendo en el suelo.
— ¡Zack! ¡¿Qué demonios estás haciendo con mi…—Gritó, pero cuando los veo en el suelo me detengo.
Hayley se encuentra aplastada por el brazo de Zack, y éste gime de dolor con la cara enterrada en la alfombra del maldito twister.
Cuando ambos encuentran mi mirada, se empiezan a reír. Aliviado, y un poco enamorado mirando a Hayley reirse, comienzo a carcajear también un poco, hasta que los tres estamos agarrando nuestros estómagos.
— ¡Dustin, hermano! —Se levanta y se frota la cara, aún riéndose. — ¿Pensaste que me estaba follando a tu novia?
Las risas cesan de repente.
— ¡No es mi novio! —Hayley toma una lata de refresco del suelo y se la tira en la cabeza. Acertando en el golpe.
— ¡Ouch! —Se queja Zack mientras se soba la cabeza. — ¡Ya es la segunda vez!
— Pues algo habrás hecho para que te atice dos veces en una noche. —Replico yo con una ceja levantada.
— Le dije que era fea. —Contestó mientras se sentaba en la silla de su escritorio. —La chica no puede aceptar una simple crítica constructiv…
—Oh, cállate, culo gordo. —Cortó Hayley.
Me eché a reír, un poco por la cerveza, pero mayormente por el recuerdo de nuestra amistad. No me di cuenta lo aburrido que había sido sin Hayley alrededor.
— Y peludo, no olvides lo peludo. —Se rió Zack, y Hayley rodó sus ojos, pero comenzó a sonreír hasta que me miró a mí.
Zack me miró a mí también, y luego a ella, y luego a la escena, como si no pudiera creer que estemos los tres de nuevo juntos.
Hayley tampoco podía creerlo, y parecía casi horrorizada de sí misma.
—Yo… debería irme. —Se levantó con torpeza y agarró sus zapatos, pero ni siquiera se los puso, solo salió de la habitación empujándome.
Escuchamos la puerta cerrarse de golpe, y ambos nos quedamos en silencio.
— ¿Estás segura de que escogiste a la chica correcta? —Preguntó Zack. La maldita pregunta del millón.
—Zack, la decisión ya está tomada, mis actos ya están hechos. Ya me decidí. —Agregué, porque parecía que estaba lamentándome, sabiendo que ya no hay nada que pudiera hacer.
— Por como la mirabas…no pareces muy decidido que digamos. —Tomó ropa de su armario. —Voy a darme una ducha, ¿bien? Los juegos con Hayley siempre me ponen sudoroso. —Me guiñó el ojo y yo gruñí.
— ¿Qué hacía ella aquí, de todas formas?
— La invité. —La mirada de Zack se volvió seria. —Es mi amiga, ¿o no? Además el único imbécil que tiene la culpa de todo esto eres tú, ¿sabes? Creí que ella te había engañado, pero hombre, tú la jodiste primero
— Sí, lo siento, no quise decirlo… ¿qué dijiste? —Tardé unos segundos en volver a repetir la oración en mi cabeza. — Hermano, ella se acostó con mi hermano.
— Porque tú te llevaste a una puta a la habitación, ¿qué esperabas? ¿Y por qué demonios no me dijiste ese pequeño detalle?
— Porque…—Me sentía tan frustrado y herido de que mi propio mejor amigo me trate como si fuera algún tipo de súper imbécil, ¡como si no supiera todo lo que sufría por ella cuando me dejó!, que no me importaba decir la verdad. Ya no— ¡Porque no me acosté con esa chica, ¿bien?! Solo la metí en mi habitación para que Hayley se ponga celosa, ¡solo quería ponerla celosa! —Tiré la pizza en la habitación con rabia, recordando esa noche. — Pero ella tenía que ir y acostarse con mi hermano. ¿Sabes cuán traicionado me sentí? Quiero decir, ¡Cameron! El hermanito que protegí de nuestra fatídica y escandalosa madre desde que tengo memoria. Y puedes decir lo que quieras de mí, es más, ambos pueden decir mierdas sobre mí, pero yo no merecía eso. De ninguno de los dos. —Golpeé mi puño con la puerta y lo pasé, chocando su hombro y encerrándome en mi habitación.



martes, 2 de diciembre de 2014

2.-Stay strong (Lista de capítulos)


Stay Strong

PRÓLOGO
El consuelo

Las paredes blancas con una guarda azul cielo parecían demasiado familiares para mí. ¿Cómo podía ser eso tan familiar? Parecía una mala jugada del destino la que me había traía a este lugar otra vez. Las camas pulcramente hechas, el olor a desinfectante, y las ventanas que daban a la ciudad se habían convertido en mí día a día.
Parpadeé repetidas veces, porque en ocasiones pensaba que todo esto había sido un mal sueño, pero mientras los días pasaban y la imagen de las guardas azules seguían siendo las mismas, mis esperanzas de poder despertar se volvían polvo delante de mí.
Ojala pudiera decir que todo esto había sido gracias a hechos totalmente desconectados entre sí que le pasaron a una sola persona, pero cuando te encuentras en una habitación de hospital tantas veces, te preguntas si de alguna manera el destino realmente existe, o solo es la vida lo que nos trae a lugares como estos porque la dejamos. Si les hubiera dado mi opinión meses atrás, podría haberles dicho que era el destino. Pero creo que más que eso, somos nosotros los que nos traemos a donde estamos. Tal vez sin darme cuenta yo quería terminar donde estoy, porque cada decisión que tomamos dice lo que somos y a donde queremos llegar. O eso decía mi hermano, Josh.
Me asusta lo que él diría si nos viera todos así.
Siempre me asustó decepcionarlo porque me hacía sentir la persona más querida del mundo. A pesar de los secretos que no sabía que estaban, eso no cambia lo mucho que lo extraño, y lo difícil que es vivir sin él. Cada persona que quiero me recuerda lo que hice, porque sé que nada de esto hubiera pasado si Josh estuviera aquí. De hecho, todo esto pasó porque me dejó a mí para juntar los pedazos de otros, cuando ni siquiera podía ser capaz de levantarme por mí misma.
Y ahora estoy mirando la puta guarda azul que hace un contraste de mierda con las paredes blancas, mientras que no puedo mirar a las personas que están en la habitación porque tengo vergüenza, vergüenza de todo lo que les hice pasar.
Sé que ellos intentan hablarme, hacerme que los mire, pero no me siento capaz de mantenerme fuerte como se lo prometí a mi hermano. Quiero tanto, pero solo puedes dar tanto de ti mismo hasta quedarte sin nada.
Lo supe desde que me dijeron que mi hermano no respiraba, y aunque parecen años lejanos, no fue tanto tiempo. Y nada de lo que pasó me hizo cambiar de idea. Yo había tocado fondo. Tal vez tuve momentos que atesoraré siempre, o que encontré el amor donde no pensé que podría encontrar, o conocí a personas que no me arrepiento de conocer, pero nada de eso importa ahora.
Dejo de mirar las guardas azules y cierro los ojos porque mi vista se siente cansada, mi cabeza grita y mi cuerpo me traiciona todo el tiempo, sintiendo cosas que no quiero sentir y viendo guardas azules que no quiero ver.
Solo quiero, solo por un día, ser una persona diferente, que tuvo una vida diferente con problemas diferentes. Pero que sea fuerte, valiente y sepa hacer orgullosos a los que lo rodean.
Con el paso de los meses, pensé que podía serlo. Me convencí de que tal vez, si trataba de ayudar a todos lo suficiente, mi culpa se apaciguaría al menos un poco, lo suficiente como para permitirme seguir respirando.
Por supuesto que nada de eso pasó. Lo único que logré fue una catástrofe. No creo que haya querido llegar hasta este punto, pero a medida que pasan los días…estoy cada vez más convencida de que me estaba haciendo daño a mí misma. ¿No lo merezco, sin embargo? La gente que conozco siempre decía que no fue culpa mía, que Josh estaba manejando y no yo, que los accidentes ocurren y no hay nada que pueda detenerlos. Pero tenían esa mirada en los ojos, como si en su interior me estuvieran juzgando y solo lo decían porque querían hacerme sentir mejor aunque no lo merecía.
Todo sobre los consuelos a otros era una contradicción. Intentas hacerlos sentir mejor, pero en realidad sabes que no hay nada que puedas decirles que calme ese dolo. No puedes decir lo que piensas, y sin embargo muchas veces lo que sientes es más fuerte que ti mismo, y no puedes evitar lo que tus ojos están diciendo.
Yo ya no creo en los consuelos. Nunca me hacen sentir mejor como se supone que lo hagan.
A lo lejos, como si estuviera fuera de la habitación blanca con guardas azules, oigo murmullos. Si me acercara un poco podría distinguir lo que dicen, pero no quiero saberlo. La puerta se abre y sé que Molly, la misma enfermera que se presenta a la misma hora todos los jueves, entra para echarme un vistazo. ¿Ponerle algo a mi suero? ¿Drogarme? ¿Intentar hablarme? ¿Asegurar de que no me suicidé la noche anterior? Si pudiera hablar, le diría que me deje sola, y que solo me haga dormir con esos líquidos mágicos que ella siempre tiene en sus bolsillos. Le diría que estoy más allá de tratar de matarme, porque no tengo fuerzas para nada. Solo para respirar y abrir los ojos cuando creo que es conveniente hacerlo, pero ni siquiera muevo mi mirada.
La puerta se cierra al cabo de unos cuantos minutos, y sé que Molly se fue, pero sé también que ellos no se han ido, sin embargo. Vienen aquí todos los días. A veces se turnan, porque tienen una vida además de venir aquí, pero hoy están todos llenando la habitación. Sé que quieren que les diga algo, o por lo menos que los mire, pero no puedo. No quiero encontrar esa crítica que sé que tiene estará ahí.
¿Por qué no se van?, ¿No los ignoré lo suficiente?, ¿Acaso tengo que fingir estar loca, y comenzar a tirar cosas en la habitación? Tal vez es lo mejor. Pero tengo la sospecha de que la tristeza por mí aumentará, y sé preguntarán que hicieron mal conmigo.
Nada. Ellos no hicieron nada.
Fui yo. Todo esto es mi culpa, lo sé. Si pudiera les diría lo siento, al menos, pero cada vez que siquiera intento pensarlo, mi instinto me grita que nada servirá, y que será algún tipo de consuelo.
Un consuelo que no existe.
Se preguntarán por qué estoy aquí, por qué digo todo esto, por qué no quiero hablar con ellos.
Pues bien, comienza algo más o menos así.

martes, 18 de noviembre de 2014

PRÓXIMAMENTE...

STAY STRONG



Mantente fuerte.
No te dejes caer.
Ojala fuera tan fácil.
Megan y Livvie, luego de que su verano haya terminado desastrosamente, deciden volver a reconstruir el futuro que una tragedia les arrebató. Junto con sus amigos y Kai, que parecen ser los únicos confiables, se proponen salir adelante, mantenerse fuertes.
Pero la felicidad jamás fue tan difícil de alcanzar…
Por un lado esta Andy, el chico que Livvie no debería mirar demasiado, pero no puede evitar quererlo y buscarlo como lo hace. Pero también ve y siente a Josh en donde quiera que esté, el amor épico de su vida que ella sabe que nunca volverá a tener. Y eso la lástima tanto que ni Andy ni Megan se imaginan con que gravedad de tristeza van a tener que enfrentarse junto a ella.
Y para Megan, esta Liam, su propio amor épico y único. El chico al que Megan dejó ese día en Santa Bárbara. El chico que ella decidió que NO iba extrañar o querer. El chico que su corazón decidió amar completamente.
Por otro lado, sus padres son patadas continuas en el estómago que le impiden seguir adelante. Pero cuando la empresa de su padre entre en bancarrota, Megan va a desear haberse quedado en California, porque nunca podría haber prevenido lo que se le viene encima…

I just want to be strong

Capítulo 39

No puedo quedarme

— ¿Estás realmente segura? —A mi lado, se encontraba Caden con un bolso que era casi de su tamaño.

—Tanto como mi cordura lo permite…sí, estoy segura. —Suspiré, y comencé a subirme al auto para decir adiós sin palabras…otra vez.

Luego de la fatídica noche en donde todo, figurativamente, se vino abajo, había decidido que no podía quedarme un segundo más respirando el mismo aire que mi hermano y Liam. No podía verlos a los ojos. Y tenía sensaciones de culpa y remordimiento por cualquier parte en donde miraba. ¿Arruinarles el verano a mis amigos? Culpable. ¿No darle la posibilidad a mi sobrino de conocer a su padre? Culpable. ¿Dejar a Livvie sola y devastada? Eso no fue cien por ciento mi culpa, pero cuando estaban a punto de resolver las cosas, ahí entro yo para arruinar todo. ¿Enamorarme de un mentiroso? Tampoco me culparía del todo por eso. Liam es demasiado fácil de amar.
Entonces bien, había decidido irme al amanecer sin esperar a que nadie me siga, pero luego recordé a ambos chicos Jefferson, que habían sido como mis hermanos cuando más los necesité. Ellos, por supuesto, escucharon mis pasos y me interceptaron en el pasillo. Al comprender lo que quería hacer, insistieron en venir conmigo. Incluso hubo amenazas de golpes si comenzaba a ponerme “pesada”.
Comenzaron a empacar a la velocidad de la luz, entendiendo mi necesidad de desaparecer. Ninguno de los dos mencionó a Liv (en el caso de Andy) o a Quinn (en el caso de Caden), pero me imaginé que no estaban del todo felices de dejarlas.

— ¿Qué pasará con Quinn, Caden? —Pregunté de repente, sin poder mantener mi boca cerrada.

— Ella comenzará la universidad con nosotros, Megan. —Me recordó. —Y sabe que en estos momentos me necesitas.

— ¿Lo aceptó? ¿Así de fácil? —Segura como el infierno que yo no lo hubiera hecho.

— No. —Se rió. — ¿En qué momento de la vida una novia quiso estar lejos de mí? —Lo miré fijamente, sin conformarme con esa respuesta. —No estuvo muy feliz, teniendo en cuenta que nosotros salimos bastante tiempo para mi estándar. Ella sabe todo eso, por supuesto, pero ¿qué puedo hacer? Tiene que confiar en mí y saber que ahora eres mi amiga y nada más.

— Puedo hablar con ella, si quieres. —Me ofrecí, aunque no me veía haciendo un bien con eso.

—Ella lo entiende, Meg. Sabe que nunca la engañaría. —Que Caden hable tan seriamente sobre su relación me hacía contener las lágrimas de felicidad. Eran tan reconfortante ver a un prostituto ir por el camino del bien.

— Oye. —La voz de Olivia me sobresaltó.

— Hey. —Dije incómodamente. 

A pesar de haber sido parte de esa mentira, creo que realmente ella pensó que estaba haciendo un bien en no decirme nada, así que no podía enojarme con ella completamente. Bueno, podría ser por eso, o por el simple hecho de que mi culpa me estaba ahogando.

— Necesito que me ayudes. —Tomó una respiración profunda, y Caden le frunció el ceño. Ya no le caía muy bien que digamos. —Quiero comenzar de nuevo, Megan. No puedo quedarme aquí. Todo esto…—Miró a su alrededor, y sus ojos se llenaron de lágrimas. —Me recuerda tanto a él. Todo lo hace, en realidad. Pero ahora descubro que Liam, la única persona en la que podía confiar…— Sollozó, y se me cerró la garganta. —Simplemente no puedo quedarme aquí. Y Kai te necesita. Necesita a la familia en su vida. —Aquella declaración me sorprendió, no pensé que ella lo vería así. —Así que quiero ir con ustedes. A donde sea que vayan, iremos.

Pasaron unos segundos, tan palpables que los podía sentir a mi alrededor.

—Yo tampoco puedo quedarme. —Respondí. —Y eres más que bienvenida a venir con nosotros.

Exhaló y asintió.

—Vamos, pequeña rubia. —Dijo Caden, mientras Andy salía de la casa con sus maletas. —Si queremos salir antes del amanecer tenemos que movernos rápido.

***

— ¡Megan! —Gritó Damon desde la casa cuando estaba subiendo al auto. Entre Andy y Caden decidieron que tomarían turnos, y que nuestro deber sería mantenerlos despiertos. Estábamos decididos de llegar a Tacoma sin hacer paradas. Nos quedaríamos en el departamento de Caden cuando llegáramos, ya que su compañero de piso se había mudado, pero tendríamos que buscarnos uno propio rápido porque no era muy espacioso que digamos. Palabras de Caden. — ¿Qué demonios están haciendo?

—Nos vamos, Damon. —Dijo Andy a gritos, y me estremecí. Si Damon se despertó con el ruido del auto, probablemente.

— ¡LIV! ¡MEGAN! ¡¿QUÉ DIABLOS?! —Liam salió corriendo de la puerta de entrada hacia nosotras, con una expresión determinada. —Ustedes jodidamente no se irán sin hablar de esto y…—Miró detrás de mi hombro. —No con ese par de locos.

— ¡Cierra el pico, imbécil! —Gritó Caden.

— ¡Sí! Lo que el idiota te dijo… ¡Imbécil! —Acotó Andy, y quise agarrarme la cara con mis manos por su falta de madurez. Era un momento serio, Cristo.

Liam los ignoró y observamos como Damon se acercó a hablar con Liv, que sostenía a un Kai en brazos completamente dormido.

— ¿Qué está haciendo el hombrecito ahí? —Preguntó temeroso.

—No voy a responder esa estúpida pregunta. Creo que es bastante obvio que nos largamos de  aquí.

— ¡Jodidamente no te llevarás a Kai, Livvie! —Comenzó a caminar hacia el auto, pero Caden y Andy lo interceptaron antes de que llegue, y comenzó a ponerse furioso, luchando en sus brazos.

— ¡Liv, no lleves a Kai lejos de mí! ¡Por favor! —Suplicó con voz llorosa y juro que oí como sorbía su nariz.

— Liam…—Damon comenzó con voz de pena.

— ¡Tú cállate! Esto es enteramente tu culpa. —Escupió en respuesta.

— Liam, no voy a impedir que veas a Kai. —Le dijo Liv. — Pero  voy a decirle la verdad, y necesito tiempo. No puedo quedarme aquí. Entiéndelo, por favor. Prometo que cuando estemos listos, te llamaré y nos visitarás.

Vi a Liam y a Liv llorar mientras ambos miraban a Kai dormido, que parecía no tener ninguna preocupación en el mundo. Me di cuenta que yo también estaba llorando cuando la lágrima bajó por mi barbilla y picó.
Damon se me acercó, sacando un papel de sus pantalones.
Una carta.

— Por lo menos léela, ¿quieres? Josh la escribió. —Me la tendió y la tomé, pero no la abrí.

— Lo siento tanto por herirte, hermana. —Damon parecía que luchaba contra las lágrimas, y en un impulso que posiblemente fue mitad instintivo y mitad protector, lo abracé fuerte.

Había tantas cosas que quería decirle, pero solo me conformé con:

— Te quiero, hermano.

El respondió a mi abrazo como si quisiera transmitirme su respuesta. Lo logró, porque a pesar de todo, me sentí querida en ese preciso momento.

— Ojala Josh estuviera aquí. Él sabría exactamente qué hacer y decir para que todo se solucione.

Estaba tan de acuerdo con él.
No sé cuánto tiempo estuvimos así, hasta que lo solté y entendió. A pesar de que no había pasado mucho tiempo con Damon en el pasado, me comprendía tanto como Josh lo hubiera hecho. Había necesitado esa comprensión desde que murió, y ahora la tenía frente a mí.
Lástima que apenas podía mirar su cara.
No sabía que sentir, estaba tan confundida.

Abrí la puerta para subirme al asiento del pasajero mientras Andy y Liv me miraban desde atrás y Caden en el volante trataba de encontrar una sintonización.

— Te amo. —Escuché junto a mí.

Pero no dije nada.

Debería haberlo hecho.

FIN...?